martes, 26 de mayo de 2009

El día que aprendí a dibujar una línea recta...

El día que aprendí a dibujar una línea recta a pulso

Fue un buen día aquel en que supe que mi pulso en dominio de un lápiz tenía perdón de Dios, la redención me llegó cuando alguien me enseñó a dibujar una línea recta, y bueno, lo hice...la fórmula es tan simple que de mas esta decir que no me causó mucha gracia el saber que viví tantos años haciendo y evitando hacer el ridídulo con un papel y un lápiz...

Bien, lo que hay que hacer para unir dos puntos sobre una hoja y que no quede dibujada la cola de un cerdo es simplemente...NO MIRAR EL LÁPIZ, sino el punto final previamente ubicado al cual queremos llegar, y luego deslizar confiadamente el lápiz sin quitar la mirada de ese punto...

Nada del otro mundo, pletórico de simpleza...pero funcionó...al menos para mi.

Lo interesante de este pequeño accidente educativo es lo tremendamente aplicable que es esta fórmula para nuestra vida cotidiana...aparte de mejorar el pulso.

Es mejor enfocar la mirada en el objetivo final al cual queremos llegar para luego lanzarnos confiadamente en busca de ese norte, que ir observando el devenir del pulso diario en un sinfín de circunstancias que nos suceden todos los días para finalmente preguntarnos si donde estamos es donde quisimos llegar.

Todos los días estamos tomando decisiones que nos alejarán o acercarán al lugar que hemos enfocado como objetivo..

El otro día escuché que cuando no tenemos un plan para nuestra vida...de seguro alguien lo tendrá(con tu vida)...lo crees tú?